martes, 2 de abril de 2013

Retoque digital de publicidad en series

He leído esta noticia en Expansión: Anuncios españoles en los rascacielos de Nueva York, Básicamente, se trata de retocar digitalmente edificios u otros elementos de las series para adaptar la publicidad y, como es natural, supone una fuente de ingresos importantes para (entiendo) las productoras, que les permite multiplicarlos en una suerte de adaptación del tradicional product placement.

Me ha llamado mucho la atención porque me ha recordado un caso del que me puso sobre aviso, hace ya bastante tiempo, un alumno (¡cuánto se aprende de los buenos alumnos!). De hecho, el caso es de 2002, así que he sentido, en parte, en mis propias carnes el problema de la obsolescencia de los sistemas de almacenamiento digital, lo que me ha obligado a hacer un poco de arqueología digital (los más frikis pueden ver otros casos más preocupantes, aquí o aquí). El caso, que dejo para más adelante con el ánimo de generar el suficiente interés por la lectura de la entrada, era un supuesto exactamente igual al que ahora se comenta y, durante un tiempo, pensé usarlo como mi ejercicio para la oposición (que terminó siendo de responsabilidad de empresas de carga y descarga en puertos, ¡qué cosas! y perdón por la autocita). Viendo que ahora el problema se ha reproducido aquí, no dejo de pensar que quizás habría sido interesante, en su día, haber preparado un breve trabajo sobre el tema. Si lo abandoné fue porque, investigando un poco sobre lo que los americanos denominan el trade dress (que es el contexto en el que se produjo el supuesto), lo cierto es que inevitablemente acababa cayendo en el ámbito de la imitación, en el que había ya una obra de Pedro Portellano, así que lo dejé estar.

El edificio Two Times Square
A lo que iba. En 2002 los dueños del edificio más representativo de Times Square demandaron a todo el que pasaba por allí en la producción de la primera de las películas de Spiderman porque retocaron digitalmente el famoso anuncio para vender ese espacio publicitario en la película. Vamos, que quitaron un anuncio de Samsung para poner uno de Cingular Wireless, entre otras cosas. La demanda, cuyo recorrido no seguí después y, por tanto, desconozco en qué quedó, puede verse aquí. Su lectura era muy curiosa, porque los dueños afirmaban que la configuración del edificio tenía la suficiente identidad como para que fuera protegible por su mera apariencia, en una especie de propiedad industrial. Su argumento era que lo que ellos cobraban por los anuncios en parte se pagaba porque los anunciantes sabían que sus impactos incluían todas las veces en las que el famoso edificio aparecía en multitud de imágenes de la plaza (fondo de noticieros, Año Nuevo, posters, películas), dotándole así de una distintividad que merecía protección. Buceando en su día, acabé en varios casos de imitación entre los que llamaba mucho la atención uno que, creo recordar, afectaba a Taco Bell y a la decoración de sus locales.

En todo caso, lo interesante es que ese problema, que imagino que se produciría entonces de un modo más llamativo, ha pasado a aceptarse como política generalizada, si uno atiende a lo que dice la noticia. Y, aunque yo no podría decir nada porque no soy experto en esas cuestiones, me parece que semejante práctica abre un montón de interrogantes que estaría bien que alguien estudiara.